miércoles, 28 de septiembre de 2016

Iván Candeo. Contratiempo

La exposición “Contratiempo” de Iván Candeo (Caracas, 1983), se centra en la exploración de la idea del tiempo y la marcación de los intervalos como componentes de la narrativa audiovisual. La propuesta enfoca la existencia de factores interiores a la imagen (ritmo, composición, escala, montaje, etc.), cuestión que aborda a partir de la yuxtaposición de varios medios como el video, la fotografía, la pintura, la instalación y el sonido. 


En el conjunto destaca la instalación La pasión de Gibson (2016), basada en la miniaturización pictórica de videogramas y el uso de fragmentos sonoros extraídos de la película La pasión de Cristo (2004) dirigida por Mel Gibson. Igualmente significativas son las obras El reloj solar de Humboldt (2016), registro nocturno de un artefacto decimonónico que no funciona más allá del crepúsculo, Mapa (2016), una meditación sobre la perspectiva y el movimiento y Campeonato Nacional de Boxeo (2016), que afronta la violencia en planos sucesivos.
Todos los trabajos conforman una suerte de inventario de interrupciones, cortes e imposibilidades, tras las cuales se vislumbra una compleja alegoría de la incertidumbre contemporánea. 
Tiempo interrumpido del icono martirizado, tiempo imposible del reloj solar iluminado artificialmente, tiempo oscilante el de la cartografía promisoria que va y viene, avanza y retrocede, tiempo continuo el del combate deportivo que demarca los instantes a trompadas. Todos a "contratiempo", palpitando en frecuencias distintas. Todos sujetos a un "golpe de luz" que marca los lapsos de aparición y desaparición de la imagen. 
Dispuestos en el espacio expositivo en una relación de proximidad estratégica, las obras de esta exposición manifiestan una fuerte discordancia temporal. Y es allí, en el corolario escénico de las convenciones expositivas, donde finalmente el “montaje” se revela como exterioridad configurante. 
El crítico Robert Hughes dijo en una ocasión que necesitamos "un arte que guarde el tiempo como un vaso guarda el agua"[1]. En realidad, la obra es un contenedor sin paredes que no puede "guardar" el tiempo, pero si puede alterar, distorsionar o subvertir sus patrones para intensificar o ralentizar la duración. Esa es, precisamente, la apuesta de Candeo en estos trabajos. En su caso, pareciera que la obra solo puede existir como interrupción temporal, como digresión sincopada del suceder convencional. En definitiva, la temporalidad artística es ya una bifurcación metadiscursiva, a “contratiempo”, de la incomprensible cronometría que determina el acontecer general. Solo se trata de hacer consciente lo que ya está dado y aceptado. 

Sabemos que la narración se construye gracias a los cortes significantes que "interrumpen” el flujo temporal, y mediante esas discontinuidades deducimos la historia, asignándole a cada acontecimiento un antes y un después. "A veces -escribe Gilles Deleuze- hay que hacer agujeros, introducir vacíos y espacios blancos, rarificar la imagen, suprimirle muchas cosas que se le habían añadido para hacernos creer que se veía todo. Hay que dividir o hacer el vacío para reencontrar lo entero"[2]

Al activar una imagen fija o detener una imagen en movimiento, Candeo nos coloca ente la paradoja del tiempo, sus sacudidas y carencias. Pero también nos permite percibir aquello que convierte una imagen en parte de un relato y como este se alimenta de exterioridades configurantes en el torrente duracional. Ahora bien, en todas estas instancias la imagen es, como sugieren los crono-signos deleuzianos, subsidiaria de su condición maquinal, que es la que determina la cualidades y frecuencias de lo visible. Es decir, la imagen como el relato se completa fuera de lo visible, en las interrupciones voluntarias o espontáneas que asedian constantemente su condición de cosa estable.


[1] Hughes, Robert. Arte Contemporáneo. Documental. BBC, 2004 

[2] Deleuze-, Gilles. La imagen-tiempo. Ediciones Paidos, Barcelona, 1987, p.37




Apuntes sobre la exposición (Fragmentos)

La exposición muestra un evidente interés sobre la imagen en movimiento, referido al ritmo, composición, escala, montajes de partes y elementos. Contribuye a una experiencia sensible del transcurrir del tiempo. Con ella, sigo interpretando la temporalidad de los medios, abordo el devenir de la sociedad e intento advertir el flujo del tiempo histórico en el movimiento de las imágenes. 

Busca ser una exposición que interrogue el sistema narrativo de la imagen en movimiento, sin perder de vista las aproximaciones de producción y las direcciones contrarias de recepciones entre el entorno del arte y las salas de cine. La exposición procura contribuir a la “desnaturalización” sensible de las experiencias fundadas (en salas o en televisión) y constituidas como un modo de representación institucional insoslayable en la construcción del relato, de la historia.

Esta situación en la que las imágenes se disponen a la inmovilidad, negando o escapándose del sentido narrativo de desenlace, la identifico con la época que me ha tocado vivir. Una época en la que percibo una dificultad para orientar un nuevo principio, en la política, en la economía, en el arte, en distintos aspectos de la vida. Cuando volteo hacia atrás, lo que percibo son rupturas. Tampoco al ver hacia adelante es fácil divisar con claridad una condición de posibilidad. El porvenir pareciera detenido, entonces jugamos a resucitar formas de otros tiempos.

Iván Candeo, 2016