Editorial IV. Muestra de videos
Antes
que nada, la noción de paisaje es un código que remite, no a una extensión
mensurable como se podría suponer, sino a una idea gravitacional desde la cual
se proyectan las expectativas del observador. Así, todo paisaje es una
construcción, un lugar que se sitúa más allá de cualquier latitud física porque
se manifiesta como representación. Cada cultura, cada nación, inventa su propio
paisaje, ese que mejor le satisface y fraterniza con sus afectos y anhelos.
En
Venezuela el paisaje tiene una copiosa genealogía que va desde la exhuberancia orgánica de los sitios más
recónditos hasta la geometría de los espacios urbanos, pasando por las
inmersiones accionales en las localidades costeras y rurales. Desde la visión
arcádica de los viajeros foráneos a las primeras representaciónes de la
transformación moderna, el paisaje es un modelo de aspiraciones y carencias, algunas
de las cuales se han agudizado en la contemporaneidad. Pareciera que el país visual (como el otro) es
"puro paisaje", incluso en aquellos sitios donde las edificaciones
modernas mantienen una batalla encarnizada (y agónica) para contrapechar la
persistencia de lo natural.
La exposición Editorial IV reúne el trabajo de Iván Candeo, Jaime Castro Suwon
Lee, Marcos Montiel Soto y Emilio
Narciso, quienes plantean
diferentes lecturas del paisaje,
mediante la revisión crítica de algunos estereotipos discursivos e
iconográficos, al tiempo que abordan la presencia del sujeto en su entorno. Las
prácticas de ocupación del espacio natural y urbano, el desplazamiento de los
modelos de representación y la escenificación alegórica de ideales fallidos,
son algunos de los aspectos que aborda la muestra.
Candeo, Castro, Lee, Montiel
y Narciso intentan desde el video rememorar la zaga paisajística local,
conscientes del legado que los precede, pero mostrando sus reservas frente a la
creencia de que el país se reduce al paisaje. Desde el lenguaje cinemático
apelan a la repetición consecutiva de una forma de mirar que deja instersticios
críticos.
En un loop de 36 minutos, las
distintas propuestas que integran Editorial
IV, se definen de cara a un horizonte impreciso que se mueve caprichosamente
entre lo pintoresco y lo dramático. Por un lado, la omniprescencia del legado
colombino en Narciso se contrapone a la vertiginosa “inmovilidad” de la
tradición paisajística local en Candeo. Por otro lado, el carro quemado de Lee,
los vagones aéreos de Castro y los autos estacionados en la playa de Montiel
Soto, refieren la idea del desplazamiento técnico, del avance hacia ningún
lugar. Porque allí el paisaje es un “telón de fondo”, a espaldas del acontecer
humano, como si el sujeto y el lugar marcharan en direcciones opuestas.
Las obras comentadas, cada
una a su modo, refieren distintas formas de habitar el territorio, que también
son formas de depredación, tanto física como simbólica. Es el pais vuelto
paisaje, sumergido en una deriva irreverente y exótica, donde todo adquiere un
matiz tropical. En vez de gritar “Tierra a la vistaaaa!!!” como los marinos de
antaño, el nativo de esta “tierra de gracia” se desgañita diciendo “Paaaatooo,
Pato, Pato!!!”.