sábado, 18 de abril de 2015

Editorial V (Papel)


Cinco artistas abordan la relación entre el arte y los medios impresos, empleando como soporte bastidores serigráficos, libros divulgativos, periódicos y pruebas de imprenta a partir de los cuales ofrecen una visión critica de la comunicación y el poder. Déborah Castillo (Caracas, 1971) toma como referencia los avisos de ofertas servicios domésticos para tratar la desigualdad laboral y de género, Javier Rodríguez (Caracas, 1975) reflexiona sobre el manejo informativo de las noticias de actualidad internacional, Conrado Pittari (Caracas, 1983) propone un cruce irónico entre el mundo del espectáculo y los acontecimientos políticos. Teresa Mulet se detiene en el conteo simbólico de los homicidios en el país y Jesús Hdez-Güero (La Habana, 1983) alude a las medidas de silenciamiento comunicacional que intentan omitir el problema de la violencia producto del uso ilícito de armas de fuego.
                                                           Teresa Mulet. Ejercicio _ volumen 24.763, 2014

La totalidad de las propuestas refieren hechos específicos, acaecidos en el país o en entornos foráneos. Así desfilan la muerte de Bin Laden, el impacto de la telenovela Kasandra en Bosnia, el fallecimiento de un extranjero en Turumo, los requerimientos productivos de un sector social y las estadísticas criminales en Venezuela en 2014. Lo común a todas estas proposiciones es que gravitan sobre informes y noticias que circulan en medios impresos, algunos de los cuales están sujetos a presiones externas, no siempre justificadas. Frente a esto, la obra es un comentario a pie de página, donde el acontecimiento reseñado adquiere una resonancia reflexiva. Visto desde este ángulo el arte funciona como una forma de interpelación sensible -no literal pero precisa- en torno al significado de los hechos y su efecto sobre la configuración del imaginario común.
                                                 Déborah Castillo. Documentos en regla. Clasificados, 2008
 
                                                              Javier Rodríguez. No Photo Finish, 2012

Ahora bien, no solo los datos de la realidad que a menudo circulan en los medios impresos son de interés para el arte contemporáneo. También los procesos gráficos (diseño, diagramación, reproducción) tienen un fuerte magnetismo sobre los creadores. La tinta, la marca de los rodillos, la textura del papel, la forma y tamaño de las letras conforman un repertorio de elementos precodificados, una retórica del discurso, que hace emblemáticos y reconocibles a los productos impresos. Los trabajos aquí expuestos dialogan con esos principios, ya sea bajo la forma del collage visual y la superposición de imágenes (Rodríguez), la infiltración de contenidos apócrifos en espacios noticiosos (Castillo), el reciclaje de pliegos de imprenta desechados (Mulet), la construcción de objetos imposibles mediante la apropiación de ejemplares de prensa (Hdez-Güero) o la creación de volúmenes facsimilares (Pittari).



                                                            Jesús Hdez-Güero. Balas de papel, 2013

Sin embargo, a veces, la tecnología y la barbarie se juntan para impedir que las cosas funcionen. Los medios impresos, particularmente la prensa, las revistas y los libros, están bajo amenaza. Dos razones de signo opuesto justifican esa presunción: de un lado el avance irreversible de la cultura digital que ha modificado los criterios de publicación y los hábitos de lectura a escala global. Del otro lado, las estrictas (y en ocasiones caprichosas) restricciones de contenido que sufren los espacios editoriales en sociedades que confunden la transparencia informativa con la conspiración. Como dice una sentencia anónima: “cuanto más blanco es el papel, más resalta la mancha”. 
 
Conrado Pittari. La guerra de Bosnia, 2014