domingo, 2 de diciembre de 2018

El Anexo in Pinta 2018. Venezuela: Art and Context


El Anexo in Pinta 2018
Venezuela: Art and Context

El Anexo / Arte Contemporáneo, present for the fourth time in PINTA, and maintaining a contextual perspective, offers a selection of Venezuelan artists whose works addresses different aspects of the country's reality, from photography, video and artist's books. In each case, there is a particular articulation of means, languages ​​and ideas based on a critical look at the current socio-political environment of the nation.

The crisis that the nation suffers has demolished all institutions and has affected every aspect of civic life, destroying lives, jobs, resources, human rights, transmuting subjectivities by the imposition of a general suffering and a collective indignation. That is the context which each artistic propositions this time we present dialogue with; all of them conscious and rooted in the triple horizon of the artistic, the personal and the contingent dimensions.


Juan Toro (Caracas, 1969) takes up again pictures of the shields raised by the protesters during the civic fight against the violent government repression during 2017, a theme that he had work on a previous photographic series. Now, after the elapsed time, those images seem to vanish in an unpunished inertia. Of those days only remains the flabby, almost faded picture of the emulsion, literally torn from its support, like a memory without anchoring, detached from the flow of events.

Muu Blanco (Caracas, 1966) in his intervened bills, photographs and artist's books, proposes a fabric where the reminiscences of a truncated modernity are juxtaposed with the signs of a failed present; an iconographic mix where everything leads to disaster: oil, power, money.


Domingo de Lucía (Italy, 1950) in the work From the series social entropy, he glimpses a critical analogy between the behavior of color and the political experience in present-day Venezuela. The red that dyes the flag decomposes and mutates through the action of bacteria, making visible its material and symbolic fragility.

Carolina Muñoz (Judibana, Falcón state, Venezuela, 1966), meanwhile, rides between two planes of the same avatar, between the affirmative adventures of subjectivity and the loss or restriction of some vital inputs. In the book of artist Mío, the ego shakes itself off the doctrinal mantle that suffocates it. In the photographic series Naturalezas muertas the lack of food supplies becomes the "best" offer of an unproductive economy, whose final sequel are empty cases, a cosmetic gastronomy and an imposed anorexia.

Everything the subject feels and suffers is projected on the body and passes through it. The body is ductile; it is the vehicle and the destination of any meaning, individual or collective. Several artists of this selection operate from the intersection of body, life and Art, using video as a medium.


Max Provenzano (Caracas, Venezuela, 1986) deals with different states of the body in its interaction with the territory, both native and foreign. In the proposal Inflation, its own breathing and the constellation cartography come together; the air is here the way of escape and return, to and from itself. In the work Ostracismo, the subject allows a specimen of another geography to roam through his own body, supporting quietly the ignominy. The skin of the artist is now the floor of another creature.
Teresa Mulet (Caracas, Venezuela, 1970) reproduces the accounting arithmetic of violence in Venezuela in the videos Cada-ver-es and Ejercicio Contable. One by one the bodies fall, while the death toll increases. Counting is a palliative rite in the absence of official data and statistics.

A sicarial sentence is the starting point of the video action of Juan José Olavarría (Valencia, Venezuela, 1969). Your life is not worth a fucking shit (and you know it), a proposal that alludes to the acts of violence on the Venezuelan border. There are few options for such a warning: succumb to the demands of criminal groups or resign themselves to reprisals.

In summary, the commented proposals explore a panorama of uncertainties, fades, mutilations, transhumances and disfigured symbols. Faced with this, Art cannot do anything but obliquely register the fragments of an entropic reality, waiting for its material and sensitive reconstruction.

El Anexo en Pinta 2018
Venezuela: Arte y Contexto  

Por cuarta vez en PINTA y manteniendo una óptica contextual, El Anexo/ Arte Contemporáneo presenta una selección de artistas venezolanos, cuyo trabajo aborda distintos aspectos de la realidad del país, a partir de la fotografía, el video y el libro de artista. En cada caso, hay una articulación de medios, lenguajes e ideas en función de una mirada crítica al entorno socio político de la nación.

La crisis que padece la nación ha demolido todas las instituciones y ha afectado cada aspecto de la vida ciudadana, destruyendo vidas, empleos, recursos, derechos humanos, transmutando las subjetividades por la imposición del sufrimiento general y la indignación colectiva. Ese es el contexto con el cual dialogan las proposiciones artísticas que en esta ocasión presentamos, todas conscientes y afincadas en el triple horizonte de lo artístico, lo personal y lo contingente.

Juan Toro
(Caracas, 1969) retoma las imágenes de los escudos enarbolados por los manifestantes durante las protestas cívicas contra la violenta represión gubernamental de 2017, un tema ya trabajado en una serie fotográfica anterior y que ahora, transcurrido el tiempo, tales imágenes parecen desvanecerse en una inercia impune. De aquellas jornadas sólo queda la imagen flácida, casi desteñida, de la emulsion, literalmente arrancada de su soporte, cual memoria sin anclaje, desprendida del flujo de los hechos.

Muu Blanco
(Caracas, Venezuela, 1966) en sus billetes intervenidos, fotografías y libros de artista, propone un tejido donde se yuxtaponen las reminiscencias de una modernidad trunca y los signos de un presente también fallido; un mix iconográfico donde todo conduce al desastre: petróleo, poder, dinero.

Domingo De Lucía (Italia,1950) en la obra De la serie entropía social vislumbra una analogía crítica entre el comportamiento del color y la experiencia politica en la Venezuela actual. El rojo que tiñe la bandera se descompone y muta por la acción bacterias, haciendo visible su fragilidad material y simbólica.
Carolina Muñoz (Judibana, estado Falcón, Venezuela, 1966), por su parte, cabalga entre dos planos de un mismo avatar, entre las peripecias afirmativas de la subjetividad y la pérdida o restricción de algunos insumos vitales. En el libro de artista Mío, el yo se sacude del manto doctrinal que lo asfixia. En las fotografías de la serie Naturalezas muertas la carencia de insumos alimentarios se convierte en la "mejor" oferta de una economía improductiva, cuya secuela final son estuches vacíos, gastronomía cosmética y anorexia impuesta.

Todo lo que el sujeto siente y padece, se proyecta en el cuerpo y lo atraviesa. El cuerpo es dúctil, siendo el vehículo y el destino de cualquier significado, individual o colectivo. Varios artistas de esta selección operan desde la intersección del cuerpo, la vida y el arte, utilizando el video como medio.

Max Provenzano
(Caracas, Venezuela, 1986) aborda distintos estados del cuerpo en su interacción con el territorio, tanto el oriundo como el foráneo. En la propuesta Inflación se juntan la respiración propia y la cartografía constelar; el aire es aquí la vía de escape y retorno, desde y hacia sí mismo. En el trabajo Ostracismo el sujeto se deja recorrer por un espécimen de otra geografía, soportando la ignominia pacíficamente. La piel del artista es ahora el suelo de otra criatura.

Teresa Mulet
(Caracas, Venezuela, 1970), en los vídeos Cada-ver-es y Ejercicio contable reproduce la aritmética de la violencia en Venezuela. Uno a uno caen los cuerpos, mientras se incrementa la cifra de muertos. Contar es un rito paliativo ante la ausencia de datos y estadísticas oficiales. 

Una sentencia sicarial es el punto de partida de la vídeo acción de Juan José Olavarría (Valencia, Venezuela, 1969) Tu vida no vale una puta mierda (y lo sabes), propuesta que alude a los hechos de violencia en la frontera colombo venezolana. Son pocas las opciones ante semejante advertencia: sucumbir a los reclamos de los grupos criminales o resignarse a las represalias.

En síntesis, las propuestas comentadas exploran un panorama de incertidumbres, desvanecimientos, mutilaciones, transhumancias y símbolos desfigurados. Frente a esto, el arte no puede hacer otra cosa que registrar oblicuamente los fragmentos de una realidad entrópica, a la espera de su reconstrucción material y sensible.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Territorios expandidos. Zeinab Rebeca Bulhossen


“Territorios expandidos", muestra individual de Zeinab Rebeca Bulhossen, toma como punto de partida una colección de tarjetas telefónicas emitidas por la CANTV a fines de los años noventa e ilustradas con imágenes de diversos sitios de Venezuela, entre los que se encuentran el Río Caroní, el Salto Acha, el Salto Techinek-Merú y la Cueva del Guácharo, así como registros del modo de vida de los Yanomamis (pesca, alimentación). La artista reubica dichas tarjetas en una superficie mayor, generando una alteración de la escala y significado de las imágenes, al tiempo que propone un diálogo analítico entre el dibujo y el medio fotográfico.
La propuesta nos presenta un panorama más amplio que el que muestran las tomas seleccionadas, ahora convertidas en un elemento más de la composición. Se plantean aquí una serie de interrogantes acerca de la naturaleza de los medios y los límites de la representación. Frente a ello, la autora se pregunta: “¿cómo puedo separar un plano del encuadre? ¿Únicamente vemos lo que nos muestra la imagen?”.
En realidad, la acción de “encuadrar” supone fijar un límite, establecer un marco para la visión, una zona que delimita el registro de una escena. Tal operación puede tener un condicionamiento técnico (el lente fotográfico), estético (la composición) o cognitivo (el interés que impulsa el registro); y éste a su vez, puede responder a propósitos descriptivos o ideológicos, según la intención. Considerando estos elementos, reaparece aquí la recurrente asimetría o incongruencia entre la intencionalidad y la dudosa fidelidad de los dispositivos de captura y reproducción de lo real.
Ciertamente, no se puede separar la imagen del medio, que es a fin de cuenta el dispositivo que garantiza la captura y reproducción de lo real. El horizonte continúa más allá del límite de la imagen; es decir, más allá del encuadre (como efectivamente sucede en la realidad), expandiéndose fuera del campo de visión. Lo que no se ve en la imagen, puede ser completado con la mente, siendo el dibujo el sucedáneo de la realidad suprimida por la visión. Ese trozo invisible que queda fuera es el que recoge el plano que contiene las tarjetas telefónicas.
De esta manera, volvemos al problema de la reproducibilidad, el lugar y el sentido. La imagen fotográfica como visión parcial, restringida a un marco perceptual que omite el contexto, dejando fuera del horizonte el sitio del registro. Solo allí nos damos cuenta que la convención prevalece sobre lo real. Ante ello, la artista propone un ejercicio de expansión que contiene su propia impronta, sus trazos, su recorrido por una geografía que no acaba en la imagen. Lo hace yuxtaponiendo el dibujo y la fotografía, añadiendo al paisaje el trozo de horizonte que le falta, completando el panorama que está fuera del encuadre. Hay aquí, naturalmente, una paradoja irreductible, un nuevo marco y con este un nuevo límite perceptual. Solo que este ámbito expandido reconoce -ahora si- la huella de una subjetividad que es consciente de su finitud e intencionalidad. Se da aquí la reconstrucción de un habitad al que se incorpora una traza individual; una episteme que recupera la huella del cuerpo que percibe. De ahí la dimensión performática de esta tentativa.


Territorios expandidos 
(Texto de la artista Zeinab Rebeca Bulhossen)

Hace tiempo, recibí como obsequio de un amigo su colección de tarjetas telefónicas emitidas por la CANTV, (principal empresa de telecomunicaciones de Venezuela). Muchas de ellas se ilustraban con obras de fotógrafos venezolanos reconocidos. Inicialmente me interesaron por lo que significaba la circulación pública de estas imágenes (su calidad y estética), y por la posibilidad que sugerían de manipularlas libremente. Fue así como seleccioné aquellas que registraban lugares venezolanos, incluyendo algunas que correspondían con viajes que hice por el país.

Dada mi inquietud constante por la conjunción de medios, consideré explorar posibles relaciones entre la fotografía y el dibujo (“fotodibujos”), buscando derivar hacia otros modos de hacer imagen. Así, utilicé los motivos de las tarjetas no como un paisaje contenido en una pequeña fotografía sino como el encuadre de una composición, un territorio, un área física propia, separándola del primer plano y, en otros casos, sumergiéndola en un plano general (panorama), modificando “el encuadre”, conjugando dos o tres encuadres en una misma composición, lo cual ha permitido alterar materialmente sus componentes haciendo que surjan interrogantes como:

El dibujo a través del trazo manual, ¿cómo interactúa con la imagen mecánica capturada por cámara?.

¿Es un plano una superficie bidimensional?, ¿puedo separarlo de la imagen plana (fotografía) sin que pierda correspondencia referencial?. Si la imagen es plana, ¿cómo puedo separar un plano del encuadre?.

¿Cómo vemos un plano?, ¿por qué es explanado? o ¿por qué corresponde a las capas que ocupa en un espacio encuadrado?

El horizonte es una convención que trazamos entre el suelo y el cielo, cuando
trasladamos la tierra del lugar (playa ó médanos) y la extendemos a una línea: ¿se crea un horizonte real?

Siendo el límite de nuestra mirada: ¿Por qué es inaprensible el horizonte?

¿Únicamente vemos lo que nos muestra la imagen?