lunes, 31 de agosto de 2015

Refugio. Carolina Vollmer


¿Qué hacer? Es la pregunta que todos se plantean ante los desafíos y ansiedades de los tiempos que corren. ¿Resistencia, éxodo o indiferencia? Ante tales interrogantes, Carolina Vollmer retorna al taller para restablecer el orden que ya no se encuentra en la realidad, sólo para constatar que la rutina cotidiana -como el país- están postergados hasta nuevo aviso.

De esta experiencia de diferimiento obligado surge el proyecto expositivo Refugio en El Anexo/Arte Contemporáneo, muestra que establece un paralelo entre la parálisis forzada del aparato productivo y las dubitaciones propias de la creación artística. Con eso en mente, la artista hecha mano de materiales y objetos recuperados en fábricas y edificaciones que poco a poco han detenido sus máquinas y cerrado sus puertas. Queda la tarea de inventariar y almacenar todo ese patrimonio inactivo, a la espera de un momento más propicio para su reactivación. Piezas de una rotativa, filtros de chimeneas, fragmentos de pared … quedan reagrupados como si se tratara de un almacén de fracasos, la memoria adelantada del naufragio de un proyecto.

La idea de la exposición, enmarcada en una reflexión desde el arte sobre la situación país, se complementa con una instalación de bolsas transparentes con los capítulos de la Carta Magna de la nación vuelta papelillo y un vídeo que muestra el proceso de destrucción de dicho documento en una máquina de cortar papel.

La inhabilitación simbólica del aparato económico y del ordenamiento constitucional genera una causalidad disruptiva de la cual se alimenta la propuesta de la artista. Todos los recursos empleados (bolsas plásticas, cables, botellones vacíos) son recurrentes en su trabajo anterior, sólo que en esta ocasión hay menor carga de intervención externa sobre ellos y más énfasis en catalogarlos. En definitiva, se trata de testimoniar la quiebra funcional de un sistema, mostrando sus vestigios inertes y desmembrados, fuera de la lógica productiva a la que pertenecen.

Ya en otras oportunidades la autora ha tocado temas propios del contexto actual, siempre buscando un paralelo entre lo plástico y lo social, como sucede en el vídeo de la demolición de una pared pintada (Siento, luego hago. Carmen Araujo Arte, Caracas, 2010) o en la acción en un mercado donde ofrece cables empaquetados como sucedáneos para palear la escasez de alimentos (Sucedáneos, Galería Okio, Caracas, 2012). En aquellos casos, como en la instalación Refugio, hay una convergencia entre la obra y el entorno que recorre aspectos como la violencia y el desasosiego personal frente al caos. En medio del drama, lo derruido, lo abandonado, lo inservible, recobran un sentido diferente.

Finalmente, no se trata sólo de los objetos que quedaron fuera de lugar y orden, sino del efecto material y simbólico  que esto tiene sobre la vida de las personas, cada quien buscando un refugio y preguntándose qué hacer, mientras el polvo, las telarañas y el moho continúan horadando las piezas de un mecanismo que ya no se mueve.