domingo, 16 de febrero de 2014

Editorial IV


Editorial IV. Muestra de videos
Antes que nada, la noción de paisaje es un código que remite, no a una extensión mensurable como se podría suponer, sino a una idea gravitacional desde la cual se proyectan las expectativas del observador. Así, todo paisaje es una construcción, un lugar que se sitúa más allá de cualquier latitud física porque se manifiesta como representación. Cada cultura, cada nación, inventa su propio paisaje, ese que mejor le satisface y fraterniza con sus afectos y anhelos.
En Venezuela el paisaje tiene una copiosa genealogía que va desde la  exhuberancia orgánica de los sitios más recónditos hasta la geometría de los espacios urbanos, pasando por las inmersiones accionales en las localidades costeras y rurales. Desde la visión arcádica de los viajeros foráneos a las primeras representaciónes de la transformación moderna, el paisaje es un modelo de aspiraciones y carencias, algunas de las cuales se han agudizado en la contemporaneidad. Pareciera que el país visual (como el otro) es "puro paisaje", incluso en aquellos sitios donde las edificaciones modernas mantienen una batalla encarnizada (y agónica) para contrapechar la persistencia de lo natural.
La exposición Editorial IV reúne el trabajo de Iván Candeo, Jaime Castro Suwon Lee, Marcos Montiel Soto y Emilio Narciso,  quienes plantean diferentes  lecturas del paisaje, mediante la revisión crítica de algunos estereotipos discursivos e iconográficos, al tiempo que abordan la presencia del sujeto en su entorno. Las prácticas de ocupación del espacio natural y urbano, el desplazamiento de los modelos de representación y la escenificación alegórica de ideales fallidos, son algunos de los aspectos que aborda la muestra.  
Candeo, Castro, Lee, Montiel y Narciso intentan desde el video rememorar la zaga paisajística local, conscientes del legado que los precede, pero mostrando sus reservas frente a la creencia de que el país se reduce al paisaje. Desde el lenguaje cinemático apelan a la repetición consecutiva de una forma de mirar que deja instersticios críticos.
En un loop de 36 minutos, las distintas propuestas que integran Editorial IV, se definen de cara a un horizonte impreciso que se mueve caprichosamente entre lo pintoresco y lo dramático. Por un lado, la omniprescencia del legado colombino en Narciso se contrapone a la vertiginosa “inmovilidad” de la tradición paisajística local en Candeo. Por otro lado, el carro quemado de Lee, los vagones aéreos de Castro y los autos estacionados en la playa de Montiel Soto, refieren la idea del desplazamiento técnico, del avance hacia ningún lugar. Porque allí el paisaje es un “telón de fondo”, a espaldas del acontecer humano, como si el sujeto y el lugar marcharan en direcciones opuestas.
Las obras comentadas, cada una a su modo, refieren distintas formas de habitar el territorio, que también son formas de depredación, tanto física como simbólica. Es el pais vuelto paisaje, sumergido en una deriva irreverente y exótica, donde todo adquiere un matiz tropical. En vez de gritar “Tierra a la vistaaaa!!!” como los marinos de antaño, el nativo de esta “tierra de gracia” se desgañita diciendo “Paaaatooo, Pato, Pato!!!”.